—¿Qué haces? —Nada. —Oye, si no quieres hablarme sólo dime. —¿Quién dice que no quiero hablarte? —Porque te pregunté que qué hacías y me contestaste que nada. —Es porque no estoy haciendo nada. —Pero estás hablando conmigo. —Si, pero eso ya lo sabes, para qué decirlo si ya lo sabes. —Pero me dijiste que no hacías nada. —Porque no hacía nada. —Entonces adiós. —Adiós. —¿Ves? No quieres hablarme. —Me dijiste adiós. —Sí, pero quería que me dijeras que no me fuera. —Bueno, no te vayas. —Ahora vienes a rogarme cuando ni querías hablarme. —Pero si tú me dijiste que querías que te pidiera quedarte. —Ah, entonces ¿no quieres hablarme? —Que sí quiero, carajo. —¿En serio? —Si. —Aww, está bien, te perdono y dime, ¿qué haces? —Nada.
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